El turismo en el desarrollo regional
Los países, como las regiones, tienen la capacidad de elegir, o se toma el rumbo del futuro diferente o el tren de la historia pasa por la “nariz de Cleopatra” como escribiera Pascal. Pero el futuro diferente está ligado proporcionalmente a la capacidad de “to lead” o liderar y eso pasa por la “política” definitivamente.
Como se sabe el turismo es un gran generador de divisas. Los estudios más honestos la ponen en segundo lugar después de las materias primas. En las muchas fortalezas o “ventanas de oportunidad” nuestra región tiene la fortuna de tener una “diversificación natural” de la oferta turística. Pero el detalle es que el turismo no aparece como un pilar básico en la construcción y el desarrollo de las fuerzas productivas de nuestra región.
Hay varias razones o motivos que necesitan ser, si cabe la palabra, “explicados” para definir la “política” turística regional. La primera -como de costumbre- es la geografía la que impone la prospectiva regional. Nuestra organización territorial, a diferencia de los llanos, es altitudinal, vamos de la costa a la sierra. Hay entonces dos políticas diferenciadas. La costa siempre tendrá mejores ventajas con respecto a la sierra en torno a la oferta de servicios más eficientes y de calidad, por tanto la segunda “explicación” es una brecha de infraestructura básica. Las principales ciudades de la región todavía no han cubierto el servicio de agua potable. Solo el 24% de las vías regionales han sido asfaltadas. ¿Cómo entonces -por ejemplo- diseñar una estrategia de turismo rural comunitario si las vías y los servicios básicos son deficitarios? Churín, en la provincia de Oyón, la ciudad del turismo medicinal, ha colapsado sin tener mayor alternativa que el desorden generalizado. La comunidad de Huanangui, en Leoncio Prado, lugar de la “chirimoya orgánica”, que ha intentado por años “abrirse” hacía el turismo no tiene siquiera una vía afirmada. La infraestructura produce impactos inmediatos, crea círculos económicos virtuosos, acercan los mercados, reduce las desigualdades, es decir; mejora la calidad de vida. La sierra esconde un potencial enorme de recursos y necesitan ser aprovechados pero solo si la acompaña la “obsesión por construir”. La tercera es lo “cultural”. Nuestra región podría ser la cuna de la religión y la civilización andina. Caral es el recordatorio permanente que una civilización floreció en el mismo periodo de las grandes culturas hace 5000 años. El río Amarillo en China ordenó el desarrollo y el territorio del imperio de la etnia “Han”, lo mismo el Nilo en Egipto. Nosotros no tuvimos un río que ordene el futuro. Por eso en cada cuenca encontramos restos de civilizaciones unidas bajo patrones homogéneos. Hace cincuenta años creíamos que Chavín era la primera cultura desarrollada pero “siempre hay griegos para unos romanos”. La cuarta es Lima, la capital. Solo Lima norte, o el cono norte, tiene 3 millones de habitantes. Es lo mismo -si se quiere poner en perspectiva- que el Uruguay actual. Lima es además la primera ciudad emisora de turistas. Nuestra ventaja es que somos la región más cerca a esa ciudad de 10 millones de habitantes, con una clase media emergente, con nuevos gustos y más sofisticada. ¿Qué oferta turística competitiva le damos a esos nuevos “clasemedieros” si apenas tenemos en promedio diez horas de agua potable? La quinta es una política de “marca regional”. ¿Cómo logramos un feliz encuentro entre el pasado y futuro, un logo, un slogan, una definición? ¿Cómo construimos una marca si todavía no tenemos nombre oficial como región? ¿Limaprovincianos, provincianos de Lima, región Independencia, qué somos?
El turismo regional puede ser “el gran salto hacia adelante”. No somos la primera región que intenta poner su actividad económica en la “industria sin chimeneas”. Propongo dos políticas inmediatas. La primera es el diseño de una “política marco”. Hay que elaborar un “programa o unidad ejecutora de proyectos”. Algo así como un “programa especial” que concentre, formule y priorice los proyectos para el desarrollo del turismo. La segunda es acercarnos a otras experiencias. ¿Cómo hizo España y la Unión Europea para mejorar el turismo rural a través de la “Estrategia Leader” y derrotar a la pobreza? ¿O cómo hizo México para tener amplios clúster turísticos con proyectos de infraestructura?
Nuestra región tiene potencialidades y ventajas. Estamos en una “coyuntura crítica” o tomamos el tren o nos quedamos esperando otra oportunidad.
Publicado just now por Javier Iván Arenas
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