miércoles, 25 de febrero de 2015

ANALISIS POLITICO REGIONAL - 25 FEBRERO

La política y “organizar la fantasía” regional

En un estupendo ensayo Hanna Arendt se preguntó qué es la política. Es el resultado entre la libertad y la pluralidad se respondió. Salvemos las distancias intelectuales y los sofismas griegos y vayamos a lo práctico: la política no puede existir sino existe la ilusión.

Nada inspira más que una idea y nada mueve más que una idea que comprometa un “nosotros”. Desde hace mucho la política y los políticos en nuestra región dejaron de pensar en una idea que inspire, que mueva, que ilusione a los ciudadanos. En las últimas elecciones regionales y locales no hubo una idea movilizadora sino todo lo contrario. Se eligió entre un bien y un mal, entre el sur y el norte, entre Cañete y Huacho. Bajo falsas razones, algunos inventos y calificativos de bajo calibre la batalla de las ideas dio paso a una guerra encarnizada por el trono del presupuesto público.  Los ciudadanos tuvieron que elegir con el cansancio y la sensación de votar por cualquiera “igual todos roban”.
Esa desilusión no es gratis. Cuando el ciudadano ve que el presupuesto público se utiliza para que una casta de amigos se enriquezca, para que la corrupción campee, para que el estado sea utilizado como caja fuerte y beneficie los intereses y ambiciones de una minoría entonces es muy difícil pedirle que mire a la política como una profesión y un oficio honesto y sincero. El ciudadano entonces saca conclusiones casi perfectas. Lo que debería servir para mejorar la educación y la cobertura de la salud, erradicar el analfabetismo, construir infraestructura de agua potable y alcantarillado, para el saneamiento físico y legal, la instalación de riego tecnificado para nuestra agricultura y otros proyectos y programas para el desarrollo y el progreso es utilizado para el afán de algunos pocos que financiaron campañas, pagaron servicios y prestaron lealtades. Parece irreal pero así estamos.
¿Puede la política volver a ilusionar? Claro. Pero debemos alejar de nuestras costas la política pequeña, reducida al corto plazo, vacía y sin fondo. Es decir, debemos hacer de la política algo grande, la pasión más intensa, la política que movilice, que ilusione y que engrandezca. Para eso debemos bajar al llano. Debemos hacerle saber al ciudadano que la política sirve. Nunca como ahora hemos tenido abundancia de recursos económicos para que el desarrollo finalmente llegue a nuestros hogares. Sin embargo nunca como ahora hemos tenido escases del liderazgo político para transformar ese crecimiento económico en desarrollo. Sino vale preguntarse cómo es posible que nuestras principales ciudades no cubran el acceso del agua potable, o Végueta sea el distrito más pobre de la costa peruana, o en Santa Leonor el índice de pobreza sea espantoso o no aprovechemos las potenciales y fortalezas que tenemos. Eso es obra y responsabilidad de la política y los políticos. Debemos por tanto llenar los vacíos de viejos liderazgos que no funcionan por nuevos liderazgos proactivos, honestos, con vocación de servicio al ciudadano.
El reto entonces es mayúsculo. Volver a ilusionar a los ciudadanos con un proyecto político que involucre a los jóvenes, a las mujeres trabajadoras, a los pequeños y medianos empresarios, a los hombres que crean riqueza, a los ganaderos y agricultores, los técnicos y profesionales, es decir: hacer un proyecto de “todos nosotros”, una idea que ilusione y mueva. Ese es el gran desafío.

La política es ese gran teatro de ilusiones, de sueños compartidos, de un ideal común, de convertir el cuento en una novela de realidades. Es “organizar la fantasía” como escribió alguna vez Celso Furtado.  Este desafío nos toca asumirlo con fe, optimismo y sirviendo a los ciudadanos de nuestra gran región con todo el corazón.

Javier Iván Arenas  

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