100 días a la deriva provincial
Reconozcámoslo. No hay nada bueno bajo el sol. De lo contrario la oficina de prensa provincial habría gastado las bombardas y los fuegos de artificio. Es decir, propaganda. Tengo la ligera impresión estimad@ lector que a pesar del cambio de nombre en el sillón municipal todo sigue igual. Creo que usted piensa lo mismo.
Cuando la tecnología no había revolucionado las técnicas de navegación, los viejos marineros observaban las estrellas para poder posicionarse. Luego se crearon los enormes faros que iluminaban desde la costa guiando y situando al navegante. Eso daba sensación de seguridad. La política es así como un gran mar. Un océano inmenso donde las aguas, remolinos, ventiscas y torrenciales lluvias son a veces incontrolables. Para eso se crearon los partidos políticos. Un navegante no se perdía nunca en ese mar porque estaba sujeto a unas “boyas” irrompibles. Esas “boyas” equivalen a los “programas”, los ejes fundamentales de lo que se “debe hacer” cuando se toma el poder. La “visión”, en términos de planeamiento estratégico. Los “faros” eran las “ideologías”.
Todo eso se ha perdido. A los movimientos independientes y algunos partidos nacionales aparentemente nuevos les disgustan estar amarrados a las “boyas” e iluminados por “faros”. Por eso se pierden en el mar inmenso, navegando a la deriva sin proponérselo. Ha ayudado a todo esto que después de mucho el presupuesto de la república esté en azul. Ahora muchos navegantes intentan surcar mares con el único requisito de ser “bonachones”, “trabajadores”, “honestos” y “amables”. La gestión del estado necesita de mucho más.
Por eso no es casual que el ahora alcalde provincial Humberto Barba después de sus primeros 100 días no tenga mucho por celebrar. No es novedad. Le pasó también a Santiago Cano y sus antecesores. Eso es preocupante. Las “boyas” simplemente no existen. Barba, como Cano, han gastado esfuerzos valiosos en procurarse tranquilidad en la gestión olvidando una cosa más importante: un programa de gobierno.
Nuestra ciudad necesita un programa de acción para el futuro. Pero necesita también de un discurso que la coloque como centro de una nueva región con fortalezas y enormes oportunidades. La política sirve también para eso. Para involucrar, mover, sentir, dar, pertenencia de algo: “cultura política”, se le llama. Es lo que brilla por su ausencia.
Huacho, no es solo la capital de la provincia y la región. Es una ciudad con cerca de 60 mil habitantes. Una ciudad –“cluster” si se quiere poner en términos informáticos. Es la primera ciudad del norte chico y es de donde debería empezar el norte grande que por ahora se hace desde Chimbote. Necesitamos de “más”. Pero ese “más” la deberían proponer los políticos.
El “crecimiento demográfico” alrededor del “anillo del sur” (Fujimori, Agua Dulce, Manzanares) que requiere agua fundamentalmente; la construcción de un futuro “tren de cercanías” hacía el norte; la “eficiencia de los servicios básicos” (el “Huacho andino” tiene los peores promedios de servicios) deben ser casi discusiones obligadas en el centro de la política local.
Cuando Barba, Cano y sus antecesores no proponen estas “nuevas discusiones” es simplemente porque no han comprendido que la política no equivale a administración de recursos. Es muchos más que eso.
Parece increíble pero creo que una “casta” local ha tomado las riendas del poder.
¿No es obligación acaso cambiar a esta “vieja casta”? Afortunadamente en democracia sí se puede. Yes we can!
Javier Iván Arenas
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