Región Lima: la fresa, ¿milagro o revolución agrícola?
El agro vuelve a capitalizarse. En la mitología griega la fresa era un símbolo para Venus, la diosa del amor. Probablemente la fresa sea uno de los símbolos –junto al durazno, la palta y la chirimoya- de la capitalización del agro en la región Lima. Lejos de la mitología acaso la producción de la fresa lleva la vanguardia de un posible milagro o una revolución de la agricultura. Una revolución silenciosa si se quiere.
Y como casi todo, ese milagro o revolución proviene desde la inventiva individual. Los campesinos -o pequeños y medianos empresarios para decirlo mejor- han demostrado que siguen llevando la batuta del desarrollo sin complejos y sin ataduras de un estado que ha desaparecido. Porque hay que decirlo claro, no le han pedido un sol al estado.
Esta revolución silenciosa en el agro borra varios mitos que existen en la agricultura. El primero de ellos sea quizá que José Carlos Mariátegui en su diagnóstico sobre que el “problema del indio” era la tierra estaba equivocado. El desarrollo de los últimos diez años de la fresa lo demuestra. Del 100% de las 2 mil hectáreas en producción en la provincia de Huaura solo el 10% son realizados por propietarios. El 90% se encuentra en “arriendo”. Ese es un cambio sin precedentes. El relato que el desarrollo está amarrado casi siempre con la titularidad del campo ha tenido una extraña advertencia. Haya de la Torre, casi siempre genial, dijo que el problema no era la “tenencia” sino el “agua”. No se equivocó. Casi todas las hectáreas de fresa están sujetas todavía al riego por gravedad perdiendo “productividad”, base clave de la competitividad.
La fresa ha creado además un círculo virtuoso de la economía. El jornal por ejemplo ha mejorado. Se llega a pagar hasta siete soles la hora en los momentos de mayor cosecha. La mano de obra ha tenido que migrar desde las serranías de Ancash o Huánuco para poder cubrir la demanda laboral. En algunos casos incluso esa “mano de obra” ha tenido un cambio cualitativamente superior, es decir se ha “calificado”. Los “arriendos” han crecido tres veces más su valor. Hasta hace unos años la hectárea por mes estaba en 3 mil nuevos soles, ahora incluso llega hasta 8 mil. El “arriendo” de campaña por año llega a pasar los 90 mil soles en tierras “vírgenes” es decir con mejor productividad. Las ventas de insecticidas, pesticidas y nitrato se han incrementado con el uso intensivo. El piso de financiamiento a través créditos de las cajas rurales y bancos también ha sido afectado positivamente, incluso la tasa de interés ha bajado y los préstamos no se hacen por la propiedad sino por el alquiler. Además de ellos cinco empresas intermediarias han llegado mejorando la oferta de precios en beneficio del productor sobre todo en los meses de setiembre a enero. ¿Acaso no es eso un milagro o una revolución?
Sin embargo, como en todo, hay el lado “b” del asunto. Nuestra exportación no es ni el 0,5% de la producción mundial. La demanda aumenta y la oferta es poco competitiva. Solo para equilibrar en algo esa balanza de déficit necesitamos que 3 mil hectáreas entren en producción en los próximos dos años y llegar así a un mínimo de 5 mil hectáreas. Para mejorar la productividad y la competitividad del agro –y de la fresa- necesitamos de una alianza entre el mercado, los productores y –cómo no- el estado. ¿cómo lo hacemos?
Lo primero es mejorar la oferta exportable. La cadena necesita de más valor. El agua es fundamental en eso por eso se necesita un cambio del riego por gravedad a riego tecnificado, eso haría mejorar el precio. Lo segundo es mejorar el mercado. Lima paga 2 soles por kilo y en el sur se paga 4. Lo tercero es mejorar la productividad a través de una gestión moderna de la cosecha. El cuarto punto es innovación. Toda la investigación de la fresa se realiza en California, Estados Unidos ¿Por qué no pensamos en un instituto o universidad que utilice la ciencia y la tecnología con la fresa si tenemos cuatro universidades entre públicas y privadas? El quinto punto ¿por qué el Gobierno Regional no impulsa un propio Programa de Competitividad Regional para los “berries” (arándano, fresa, moras) que tanto valor tienen en el mercado?
El desarrollo casi siempre empieza con la decisión, con la política. El milagro de la fresa proviene desde el propio campesino –empresario- que, como dijimos, no le pide nada al estado, pero es hora de que el estado haga una “alianza” para hacer que la política sea práctica, que la política le sirva a la gente.
Javier Iván Arenas
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