La “Agenda” que le falta a la Región Lima
Entre el falso dilema para cambiar de nombre a la región y las noticias persistentes sobre la inseguridad ciudadana hay un detalle que el periodismo y los medios de comunicación no han “levantado”: la reducción del presupuesto del canon minero se redujo extraordinariamente. Según informes oficiales del Ministerio de Economía (MEF) el presupuesto para este año se redujo a 1,270 millones de soles si lo comparamos con el 2014.
¿Cuáles son las consecuencias de la reducción de ese presupuesto? Hay varias. Primero, afecta principalmente a las regiones “mineras” como Arequipa, Cajamarca o Ancash. Segundo hace imposible que las promesas de campaña electoral se hagan realidad, es decir no habrá “obras”. Tercero, genera un “desbalance” entre los ciudadanos y las autoridades, los “conflictos sociales”. Cuarto, altera la percepción de los ciudadanos sobre la “política” y los “políticos”. Para el común de la gente “los políticos” no sirven.
El canon minero se redujo también para nuestra región. Este año tenemos algo más de 15 millones de soles cuando en años anteriores esta cifra pasaba los 24 millones. Una reducción sorprendente. Por tanto una primera conclusión algo atrevida sería que Nelson Chui no tendría los recursos suficientes para ejecutar obras y si el presupuesto cae más (por una contracción de la economía china, los bajos precios del petróleo, menores ambientes para las inversiones y conflictos sociales) todo indicaría que el próximo año sería fatal.
Sin embargo lo que parece un problema podría ser una oportunidad. Ocurre que el desarrollo y el progreso no dependen de los tecnócratas sino de los políticos. La política puede hacer grandes cosas si se lo propone. La historia señala que son los políticos y no los tecnócratas quienes no han sacado de las crisis. Lo que falta entonces es que la política y los políticos diseñen una “agenda” para capear los futuros malos tiempos.
Por eso debemos “construir” una agenda que mire el desarrollo no como una “utopía arcaica” sino como una verdad irrenunciable. Si Nelson Chui quiere pasar a la historia debe preguntarse siempre qué y cómo lo recordarán. Como alguien que puso los cimientos del desarrollo regional o alguien embarrado en mil denuncias. Eso solo él lo puede explicar.
Queda entonces construir esta “agenda”. Primero está en analizar nuestras fuerzas comparativas. Somos una región de 35 mil km, semejante a un tigre del Asía como Taiwán. Si se quiere poner en otra perspectiva algo menos que la Costa Rica actual. Tenemos cuatro ciudades emergentes. Ninguna región tiene tantas ciudades “intermedias” como ésta. Tenemos casi el 27% de la población joven. Eso nos da un “bono demográfico”. Estamos cerca a Lima, la tercera capital más grande de Latinoamérica con 10 millones de habitantes. Tenemos un mercado natural de 3 millones de habitantes en el cono norte de Lima, la nueva clase media. Tenemos mar, puertos medianos para el cabotaje, minería y potencial hídrico. Algo más, tenemos 4000 mil años de existencia, por ende somos una región turística. Eso sirve de mucho.
Ahora las debilidades son varias. La educación sigue siendo la misma. Huacho tiene cuatro universidades y apenas los estudiantes están amarrados al mercado productivo. La competitividad es casi nula. El analfabetismo y las enfermedades crónicas, como la desnutrición es persistente sobre todo en la sierra. Los gobiernos locales se preocupan más por el despilfarro y la corrupción. El campo necesita riego tecnificado y ampliar la frontera. La exportación mayor calidad y mejores mercados. La inseguridad es un tema de todos los días, es como decía William Beveridge sobre los males que azotaban al hombre, un “gigante malvado”.
Todo esto tenemos y más. Pero lo que no hay es la mano del político. Por eso la “agenda del desarrollo regional” debe comprender el esfuerzo de la sociedad, los empresarios, los líderes de opinión y el periodismo y los políticos en primera línea. Lo que necesitamos es construir los cimientos sólidos de una región que tiene mil potenciales pero también mil necesidades.
Aquí no se han perdido agendas. Aquí lo que falta es construir una. Con el concurso de todos los ciudadanos. No se trata de etiquetas o partidos, sino de la voluntad de hacerlo. Frente al fracaso hay siempre que anteponer la esperanza.
Javier Iván Arenas
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